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Javier Martínez
Valencia
Lunes, 7 de abril 2025, 00:46
El Juzgado de Menores número 2 de Valencia ha condenado a un joven a cuatro años de internamiento en régimen cerrado, y otro año de libertad vigilada, por agredir sexualmente a un niño de ocho años en Buñol. El pedófilo deberá someterse también a programas formativos de educación sexual y en igualdad.
Los hechos ocurrieron en 2010 cuando la víctima acudía a clases de natación en la piscina municipal de Buñol. Uno de los días, el menor tardó más que el resto del grupo en ducharse y cambiarse, y por ello se quedó el último en el vestuario. Esta circunstancia fue aprovechada por el inculpado, que entonces tenía 16 años, para abusar sexualmente del niño de ocho años.
Con ánimo de satisfacer sus deseos lúbricos, el encausado se dirigió al cubículo de ducha donde se encontraba el menor, se puso frente a él para impedirle la salida y le preguntó si quería jugar un poco. El niño le contestó que no, pero el adolescente lo agarró con fuerza del brazo y lo llevó a otra ducha más alejada de la puerta, donde le obligó a ponerse de cara a la pared.
La víctima se quedó bloqueada y obedeció, ya que el agresor le doblaba la edad. Tras cometer la agresión sexual con penetración, el joven le dijo: «Esto no se lo puedes contar a tus padres, ¿me lo prometes?». Y antes de irse le recordó que los niños buenos «cumplen sus promesas».
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Como consecuencia de estos hechos, la víctima «sintió soledad, dolor, tristeza, culpabilidad e inseguridad en sus relaciones sociales, sentimentales y familiares», según la sentencia. El niño dejó de ir a clases de natación y durante mucho tiempo no hizo uso de los vestuarios cuando realizaba actividades deportivas con sus compañeros.
La agresión sexual traumatizó al menor, que decidió no contar a nadie su sufrimiento, pero en marzo de 2023 sucedió algo que cambió su actitud. Con 22 años cumplidos, la víctima se enteró de que el joven que le había forzado (cuando él era un niño) tenía contactos con los alumnos de un colegio religioso, y que incluso la dirección del centro había recibido quejas de otros menores por actos libidinosos que habría cometido el pedófilo.
Y decidió entonces cortarle a sus padres el secreto que le atormentaba para «cerrar una etapa de 'autofustigación' y evitar que otros niños pudieran sufrir» lo mismo que él. El 20 de marzo de 2024, el joven acudió al cuartel de la Guardia Civil de Buñol para denunciar al pederasta. Sus padres le apoyaron. Las decisión no fue fácil. Tuvo que recordar otra vez los hechos y relatarlos en la denuncia y el juicio, por lo que volvieron sus pesadillas. De marzo a julio de 2023, el joven recibió tratamiento psicológico, y ahora trata de cerrar la herida tras la sentencia de conformidad.
El inculpado no reconoció y confesó la agresión sexual hasta el día del juicio. Tras valorar el atestado que realizó el Área de Investigación de la Guardia Civil de Buñol, la jueza incoó las primeras diligencias y la Fiscalía de Menores calificó los hechos como «un delito de abuso sexual» conforme al Código Penal vigente en 2010.
La víctima y los investigadores de la Guardia Civil sospechan que el pederasta podría haber agredido sexualmente a más alumnos del colegio religioso y otros niños con los que jugaba en una falla y un teatro.
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